lunes, 17 de febrero de 2014

Sólo recordamos aquello que nunca sucedió.

¿Sobre qué escribir hoy? Pienso en miles de cosas pero sólo una se estanca en mi cabeza...ÉL. No sé muy bien por dónde empezar, supongo que por el principio de una historia.

 ["Todos tenemos un secreto encerrado bajo llave en el atico del alma, éste es el mio." - Marina,Carlos Ruiz.Z.]

 Un día oscuro en la ciudad de Madrid, una joven chiquilla va dirección al metro con una amiga. Al igual que todos los días, iban del colegio a casa juntas, y siempre cogían el mismo tren. Si llegaban antes se sentaban en el suelo del anden para esperar el suyo. Siempre iban en el mismo tren, mismo vagón, misma puerta, misma gente...pero un grandioso día en el que el sol se escondia para que no le vieran llorar, un joven apareció; el chico del anden de enfrente.
Cualquiera no se habría fijado, y aun hoy en día una de las dos jóvenes no lo conoce. La niña, llamada Salamandra, se fijó en él; y como cosa del destino quiso saber más del chico cuyo pelo era del color de los limones.

 Pasaron los días, los meses e incluso un año completo, y sin darse apenas cuenta Salamandra se fue enamorando de su hombre misterioso. No sabía su nombre ni nada sobre él, solo sabía que era de su colegio (por el uniforme); aunque pudiera decirse ser como una ilusión, nadie sabía de él y nadie le veía por los pasillos, pero ahí estaba, para que una muchacha de ojos marrones le viera cada día durante dos fugaces paradas hasta que abandonara el tren. Llegó el verano. Tanto Salamandra como Uri tomaron las merecidas vacaciones. Salamandra no supo más de Uri hasta que una madrugada de festejos pueblerinos por fin averiguó su nombre; pero él seguia sin saber quién era ella. Ahora ella era el fantasma.
Tan sólo uno deseaba al otro. Fue un triste comienzo para una corta historia de amor.

 NOTA: De tanto pedirlo, creo que lo he perdido. Al chico cuyo pelo me recuerda el color de los limones.