martes, 17 de septiembre de 2013

Reflexiones nocturnas...


Creo en las piedras viejas, en los cuadros oscuros y en los atardeceres sobre el mar. Creo en las parejas jóvenes besándose, en dos amantes caminando de la mano en una puesta de sol y en otras muchas cosas que jamás revelaré. Creo que las personas pueden cambiar, que no todo el mundo es tan malo como cuenta, que el mundo puede ser un poquito mejor. Creo que viajar puede mejorar y moldear a la persona y aportarle más cultura; por eso, si alguien me pregunta por qué viajo, me encantaría poder responderles que sé que huyo, pero ignoro lo que busco.
Hay momentos en los que quieres respirar, que no te miren, no te pregunten, no te hablen, simplemente estar sentado en el suelo tranquilo y que esta sensación te haga viajar y explorar el centro de tu propio laberinto. La Naturaleza atrae a todos aquellos que se sienten asqueados o que están hartos del hombre y sus creaciones. Ésta no sólo ofrece una escapatoria de la sociedad sino que representa un escenario ideal para aquel individuo romántico que quiera practicar el culto del alma que con frecuencia lo caracteriza.
Tolstoi tenia razón al decir que la única felicidad segura en la vida es la de vivir para los demás; vivir por y para ellos en su propio ambiente. La naturaleza no es el jardín de los hombres, es una esfera repleta de barrizales, vegetación y animales movido por el instinto. Me gusta caminar por él con la cabeza gacha a modo de reverencia.

África me ha enseñado que esta aventura no comienzan el viaje, sino al llegar a casa. Me fascinan cosas que antes apenas percibia. Odio mil cosas más por el mero hecho de que a mí me sobre y a otros les falte tanto. Acostumbrada a la naturaleza, las calles son muy estrechas. Acostumbrada a la compañía de 152 rumberos,la  gente de la ciudad de agobia. Acostumbrada al suelo, la cama me duele. Acostumbrada a pasar hambre, el exceso de comida me produce malestar. En general, después de haber probado el sabor, olor, color y amabilidad de África, me siento vacía. Debo llenar este vacío que han dejado niños, beréberes y sobretodo esas 152 huellas del desierto, esas sonrisas perpetuas, y esas personas que espero nunca olvidar.
Grandiosa expedición me ha traído hasta aquí, mil gracias a Madrid Rumbo al Sur.

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